Agosto: la cosecha del nabo, la esperanza del baserritarra

30/07/2020
Los diferentes nombres que acoge este mes de verano en euskera son el reflejo de la historia y la cultura que nos rodea

Por un lado, tenemos el nombre “Agorrila” que proviene de agorra (seco) y hilabete (mes). Por lo tanto, está relacionado con el calor característico del mes de agosto. El sol de este mes afecta a la humedad de la tierra. Por otra parte, también es conocido como “Dagonila”. A pesar de no ser el nombre más común si es el “más nuevo”. Es un neologismo creado por Arana Goiri en 1897. 

El nombre más común y el que se usa habitualmente hoy en día es “abuztua”, agosto. Es el nombre que dejó el emperador romano Augusto. En este octavo mes del año, dicho emperador entró tres veces consecutivas triunfante de sus batallas en la ciudad de Roma. Por eso ordenó poner su nombre a este mes. Y de ahí a derivado abuztu. 

Son algunos de los ejemplos de diferentes nombres y sus respectivos contenidos con los que en euskera podemos nombrar este mes. Todos ellos muestran la diversidad cultural que se esconde tras ellas. 

En relación directa con el caserío y en concreto con la huerta, el nombre “abuztu” también se utilizaba para referirse a la cosecha. Por ejemplo Leizarraga denominaba “abuztua biltzea”  la recogida de cosecha. 

LA HUERTA

Durante este mes, tenemos la oportunidad de cosechar una variedad de productos diferentes. Además, mediante las innovaciones tecnológicas y biológicas, se pueden plantar y cosechar plantas de tipologías muy distintas. Pero aun así no deberían de faltar las vainas, lechugas, calabacín, tomate, acelgas, pimientos, pepino, etc. 

La huerta en agosto

Pero no sólo recolectar, ya que el mes de agosto en el entorno rural ha sido y es una época para mirar más allá del verano, con vistas hacia el invierno. En agosto era habitual sembrar una planta que hoy apenas se ve en nuestras huertas, el nabo. Su uso principal no era para el consumo humano. 

En cuanto a su origen no hay nada definido. Según los indicios parece que hacia el siglo XV A.C. en India se sembraba el nabo y también en la época helenística de los imperios griego y romano. De modo que se puede decir que se expandía desde Asia a todo el Mediterráneo. En cuanto a Europa se ha hallado un escrito del año 1620 donde un biólogo suizo menciona que el nabo era una planta silvestre. Y en la Inglaterra del siglo XVIII se estaban realizando experimentos agrarios con el nabo. 

En la historia agraria del País Vasco, cabe mencionar que el nabo es anterior al cultivo del maíz en los caseríos. Se siembra durante el mes de agosto, entre los días 10 y 24 de agosto más o menos (desde San Lorenzo hasta San Bartolome).  Por ejemplo en el municipio de Gabiria se sembraba el nabo los días 16 y 17 de agosto. 

El nabo en general se utilizaba como alimento para el ganado. Se sembraba en agosto para cosechar a partir de diciembre. Era un alimento necesario para el ganado durante todo el invierno. Además, no suponía mucho trabajo para el/la baserritarra. Después de la siembra, en otoño hay que aclarar quitando algunas hojas y a su vez conviene echar el abono orgánico.  En invierno se podrá recoger la cosecha y directamente, después de limpiar para retirar la tierra que tengan,  se le puede dar al ganado. No hace falta guardar en el desván. Se recoge en invierno para consumirlo en temporada. 

El nabo se siembra en agosto

El/la baserritarra ha valorado el nabo, es resistente a las heladas y al frío. Pero aun así, hacia finales del siglo XIX y principios del XX los técnicos agrónomos no opinaban igual. Su objetivo era reemplazar el nabo por el cultivo de la remolacha. Según dichos técnicos la remolacha tenía más valor nutritivo. Pero si reparamos en el calendario agrario de los/las baserritarras, la remolacha suponía más trabajo, incluso podía llegar a ser un problema, ya que había que sembrar a la vez que el maíz, y esto suponía disminuir el campo del maizal. Y además, la remolacha se guardaba en el desván con el resto de la cosecha para su conservación, y para ello se requería más espacio. Si no se conservaba bien llegaba a fermentar y ya no se podía dar al ganado. De modo que a las ansias de innovación de los técnicos agrarios se contraponía la realidad y las necesidades de los/las baserritarras. 

Pero la historia del nabo no acaba aquí. Hoy en día podemos encontrar esta cosecha en algunas cocinas del País Vasco, como “arbigara”. ¿Qué es arbigara?. 

A partir de diciembre el nabo sigue creciendo y de entre sus hojas brota un tallo con flor. A este tallo, que también crece en otras plantas que tenemos en la huerta como el puerro o la cebolla, se le llama “gara” y de ahí viene la palabra “garatu”-desarrolar. Por lo tanto a ese tallo se le denomina arbigara, nabo en euskera es arbia. En Arrasate lo consideran un manjar y también en otros rincones del País Vasco. Además, en época de guerras y hambrunas junto con el maíz y la berza fue un alimento muy importante. Así lo mencionó Mogel en su libro Peru Abarka:  “Gure lapikoko arbi, aza ta okela zantarra urre biurtuko jako bere auan”. 

EL ENTORNO

En la cultura Celta, el mes de agosto estaba destinado entre otras cosas al culto del avellano. También en muchos rincones de Europa había rituales y ceremonias relacionados con este árbol. Incluso tenía un valor simbólico fuerte. Por ejemplo en relación a la fertilidad. Su fruto, la avellana, necesita 9 meses de crecimiento hasta madurar y caer al suelo. Por eso se asocia con el periodo de gestación del embrión y la fertilidad. 

El avellano

En el País Vasco, y en concreto en los alrededores de los caseríos ha tenido crucial importancia para su economía y organización. Es una planta que se plantaba en los alrededores de los ríos y riachuelos. Es decir se utilizaba para marcar las fronteras y márgenes de los ríos, valles y pastos por ejemplo. Puede que el nombre de la fruta en euskera “ur” (también significa agua) esté relacionado con esa función. De esta manera bajo el mismo nombre se aglutinan la fruta (avellana) y la bebida (agua). Vestigio de que ha sido un árbol de gran importancia durante siglos para la gente de estos territorios. 

Nunca ha faltado el avellano en el entorno de los caseríos. Al lado de casa o en la huerta se ha utilizado para hacer cercos naturales. Y a su madera se le ha dado varios usos: para hacer parras para la huerta, las paredes de los caseríos y cabañas, cercados, etc. Incluso su piel, cortándola muy fina, se ha utilizado para hacer cuerdas o pequeños cordeles. Al no tener otro tipo de cuerdas o plástico, los/las baserritarras echaban mano de la piel o corteza del avellano.