Febrero, el tránsito hacia la primavera

05/02/2020
La noción del tiempo ha cambiado totalmente. En el entorno rural la construcción social del tiempo se basaba en los ciclos de la naturaleza, era ésta quién imponía su “tempo”. Las labores específicas del campo, los rituales y festejos de febrero nos relatan lo que hoy denominamos patrimonio y folklore.

LA HUERTA

Durante el mes de febrero, las labores de mantenimiento de la tierra no cesarán. A pesar de ser un mes transitorio hacia la primavera, todavía estamos en invierno, el reposo de la tierra es crucial para la posterior cosecha. En primer lugar esparciremos el abono orgánico, varias semanas más tarde conviene echar un poco de cal, para oxigenar la tierra. 

Abono orgánico en la huerta

En cuanto a las plantaciones, nos centraremos en la achicoria, una planta cada vez más conocida de nuestras huertas. 

En cuanto a su origen, se puede decir que es del “viejo mundo”, de África, Asia y Europa. Al principio, apenas se cultivaba porque es una planta silvestre que se puede encontrar fácilmente en los entornos de los caminos y en los prados. En un principio se utilizaba con fines medicinales, en los siglos VIII-IX, Carlomagno ordenó plantar la “intuba”, es decir la Achicoria intybus , en sus campos de cultivo.

Como alimento, se ha conocido a través del café. Hacia el siglo XVII se aumentó la toma de la achicoria en infusión, y se empezó a utilizarse como producto comestible a partir del siglo XIX. La achicoria tiene una sustancia amarga denominada intibia, que la hace desagradable para comer. Sin embargo,  en las últimas décadas, se ha logrado reducir el amargor que le da la intibia. 

A la achicoria le gusta tanto el sol como la sombra. En cuanto a la tierra, hay que fertilizar con abono orgánico natural, y al mismo tiempo si es una tierra que ya se ha cultivado en otras ocasiones la achicoria se adaptará mejor.  Durante este mes podemos plantar achicorias que cosecharemos durante el invierno y los primeros meses de primavera. A la hora de plantar, dejaremos una distancia de 35-40 cm entre las plantas. Le gusta el agua, por lo que las lluvias de invierno le vendrán bien.  

EL ENTORNO

El mes de febrero representa el tránsito entre dos estaciones, el final del invierno y el comienzo de la primavera. Estos cambios que se producen en el entorno se den estos cambios, para la sociedad actual en general pasan desapercibidos. En febrero se celebran, entre otras, Santa Águeda o Inauteriak. A pesar de que el significado y la naturaleza de estos rituales haya cambiado, no deja de ser importante rastrear y reinterpretar el contexto en el que se celebraban estas fiestas de invierno. 

A partir de febrero, el entorno comienza su tránsito hacia la primavera. Según las antiguas creencias del entorno rural, es ahora cuando empieza el nuevo ciclo y comenzarán a salir nuevos brotes. De modo que para las comunidades este tránsito era crucial, pues de ahora en adelante los trabajos de la tierra serán imprescindibles para  poder cosechar. 

La comunidad campesina estaba muy ligada a la tierra que dependía de factores climatológicos, en el mes de febrero, e invierno en general tenían sus trabajos bien establecidos. A su vez, a cada estación y mes, le corresponden un conjunto de sentimientos, emociones y temperamento. Es lo que se ha definido como “temposensitividad”. De modo que cada mes, con sus trabajos y emociones, tradicionalmente ha tenido un carácter particular: labores de campo, ritos, festejos etc. Estos elementos se repetían cada año, estructurando el tiempo. También se remarcaba el comportamiento del individuo durante ese mes o época del año. De modo que, los cambios que los campesinos observaban que se estaban dando en el entorno, también afectaban en el seno de la sociedad; en cada pueblo, casa y familia. ¿Podemos decir lo mismo hoy en día?

Este mes, en febrero, se termina una estación del año, el invierno y comenzará la primavera. Durante este tránsito, finalizará la estructura social, laboral, económica y ecológica del invierno, para dar paso a la de la primavera. 

Los primeros brotes 

Llegados a este punto, para intentar comprender mejor los cambios del entorno y la relación entre el mes de febrero y los carnavales tradicionales, tenemos que tener en cuenta como se ha entendido la noción del tiempo en el entorno rural. Hoy en día tiene un carácter matemático y lineal. Pero tradicionalmente, en el mundo rural, además de ser algo cuantificable, también tenía un carácter cualitativo. Es decir, el tiempo era también sensitivo, se podía tocar, oler, trabajar, cada tiempo o ciclo tenía sus sentimientos etc. En invierno, se llevaba a cabo la matanza del cerdo, se desgranaba el maíz, caen nevadas y heladas etc. Y el invierno siguiente se repetirían todas estas acciones. No se estructuraba solamente con los números. 

Además, los rituales y festejos que se celebran en relación a los cambios del entorno, son mecanismos para estructurar y organizar cada ciclo y estación. Por ejemplo, tenemos el festejo de San Juan, con su ritual de la hoguera para celebrar el solsticio y dar comienzo al verano. 

Siguiendo con esta idea del tiempo, los carnavales o inauteriak cumplen esta misma función. Anuncian el tránsito de una estación a otra a la par que el entorno empieza a transformarse. Por un lado en los carnavales, se rompe con la organización o la estructura temporal del invierno, para luego poder empezar a estructurar la primavera. Por eso mismo, en los carnavales tradicionales se pueden observar personificaciones de símbolos que en principio son opuestos, como la vida y muerte, que están representando ese tránsito de invierno a primavera. 

Para finalizar, es preciso mencionar otro símbolo que transmite esta idea de transición y que además es parte del imaginario tradicional de la cultura del País Vasco: el oso. Es otro protagonista de los carnavales tradicionales, ya que representa los cambios que se dan durante febrero en el entorno. Es decir, la figura del oso está indicando el final del invierno, puesto que es en febrero cuando se despertaba de su hibernación. 

En resumen, se puede decir que febrero simboliza la estrecha relación que se ha ido fraguando durante siglos entre el ser humano y el entorno en el que vive.